miércoles, 19 de febrero de 2014
El incierto escenario de la lluvia
Es una historia que carece de interés histórico.
Fue sólo un chispazo de posibilidad.
Ella venía por la acera deprisa, porque llovía
él en dirección contraria, tranquilo pese a la lluvia
se cruzaron delante de mi asiento
en la parada del autobús.
Pudieron mirarse al pasar, pudieron rozarse
pudieron...
pero no hubo nada.
Ella paró un instante y mi corazón zumbó de esperanza
pero solo era para ponerse bien el gorro,
él paró también el segundo necesario de encender un cigarrillo
y luego siguió adelante silbando un estribillo fácil.
No se reconocieron, no se encontraron...
En un día de sol y sueños quizá sí hubiera pasado.
Pero las nubes taparon de nuevo una historia de amor
que pudo haber sido.
Que solo yo invento
(resueltamente opuesta a la monotonía).
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Como apuntas en tus letras "fue solo un chispazo de posibilidad".
ResponderEliminarUn abrazo.
Y casi, casi, ni siquiera eso; más que nada hay mis ganas de inventar pamplinas :)
EliminarGracias por tus palabras siempre cómplices y confortantes, Rafael.
Un fuerte abrazo!!
La vida esta llena de momentos de los que pudo haber sido y no fue. ¿Bueno o malo? Nunca se sabe.
ResponderEliminarImposible saber a dónde podría conducir ese autobús perdido, o el tren que dio pereza coger... o, simplemente, la sonrisa que uno no vio a tu lado.
ResponderEliminarGracias por venir, Pepe.
Un beso.
Yo sin embargo, pese a lo que dices en tu poema, tiendo a creer que realmente no ocurrió nada porque tú no quisiste que ocurriera, porque en tu imaginación no había hueco para una historia de amor, sólo para un chispazo, que son estas palabras, esa chispa que nos lleva y nos trae a los otros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es muy interesante tu punto de vista, Santiago, esa línea teórica que lleva a pensar que, en efecto, creamos lo que queremos o lo que podemos... que yo podría haberlos hecho mirarse, tropezar y hasta ofrecerse un cigarrillo (aunque no esté de moda) en lugar de mandarlos ligeros en direcciones opuestas mientras sigo esperando el autobús. Tengo que revisar mis "imaginaciones" :)
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo
Hermana, tú siempre hermosa, certera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tú siempre generosa y espléndida!!
EliminarMil besos.
En mi opinión, esta breve historia es casi un mero pretexto para albergar algo más valioso que el propio relato: tu anhelo de belleza, de la belleza que propicia el encuentro, la percepción y el reconocimiento del otro. Las nubes son metáfora de la ceguera a la que la premura de nuestro tiempo tristemente nos aboca. La poesía no está en el texto, está en ese afectuoso anhelo anti-indiferencia que lo colma, está en ti.
ResponderEliminarSalud y hermosos encuentros!
Gracias, Loam, lo que dices es importante para mí.
EliminarPensaba hace un momento que, ante este mundo que nos toca y lo que vemos a diario (tan incalificable) hay que hacer el esfuerzo de encontrar los chispazos de belleza y de bondad que alberga la humanidad, o algunos (muchos) seres humanos... pese a todo, creer que todo (en mejor) es posible.
Salud!! y un fuerte abrazo.
Ese día no estaban receptivos o simplemente no era su día. A veces tendemos a imaginarnos las cosas como nos gustaría que fueran y la realidad, por desgracia, suele ser mucho más prosaica. Me ha encantado leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo cotidiano se reviste habitualmente de prosa, quizá por eso tratamos de encontrar en los pequeños gestos de "diario" algo de poesía, aunque sea inventando escenas posibles para pasar el rato.
EliminarTe agradezco mucho que me leas y que opines.
Un beso.
Tal vez la proxima vez ocurra...
ResponderEliminarYo también siempre opuesta a la monotonia!!!! Un abrazo.
Siempre ocurre, Conchy, estoy convencida de ello (o quiero estarlo)
EliminarSiempre, en cualquier parte, a cualquier hora, hay personas encontrando la posibilidad del amor y al amor mismo. Aunque sólo sea en un instante.
Un fuerte abrazo y mil gracias!
Y que es la literatura, toda la literatura, sino eso: la posibilidad de lo que no fué. En mi cabeza tan real es Nueva York como Macondo, tan reales Napoleon como Ignatus J. Reilly. Conozco mejor a Salvor Harding que al alcalde de... Moscú, por decir algo. Y por eso respeto, incluso amo a la gente que me presenta universos que puedo hacer mios, que puedo vivir. Como a ti, hermanita.
ResponderEliminarJ.
PS ¿Acabasteis con "El Extranjero"? Una nota: cuando Meursault está en la carcel encuentra un manuscrito en que se relata una historia. Ese es el germen de una obra de teatro, del propio Camus titulada "El malentendido". Espléndida y terrible.
Anónimo amigo mío (mon semblable, mon frere) para mí es casi más real Mr. Meursolt que Putin, siguiendo tu hilo conductor, y mucho más real Raskolnikov que el alcalde mi ciudad (aunque su política local me afecte).
EliminarAyer tarde tuvimos la sesión dedicada a El Extranjero: te hubiera gustado, fue absolutamente coral ("femenina" en ese mejor sentido del término) y a mí me habría encantado tu participación. Tu nota sobre el manuscrito no va a quedar aquí, voy a mandarla ahora mismito a las compañeras para una próxima reunión.
Te busco pronto, J.
Malditas nubes... (pese a lo que me gusta la lluvia)
ResponderEliminarHa sido, aquí al menos, gracias a ti.
Un abrazo = )
A mí también me gusta la lluvia, soy de una tierra sedienta :)
EliminarLas nubes siempre terminan por pasar, además...
Muchas gracias, Miguel.
Un beso!
Me recuerdas un corto que vi hace la tira en el que una pareja se enamora en el metro. Ambos esperan en el anden, sin atreverse a decir nada, el espectador oye su monólogo interior. Cuando por fin llega el tren, no se ponen de acuerdo. Uno sube y el otro baja. Así es el amor. Por cierto, la protagonizaba Coque Malla.
ResponderEliminarUn abrazo.
:) Qué bonita historia de desencuentro, no la he visto, pero me gusta mucho Coque Malla, aunque hace tiempo que no lo veo.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo!
Estupendo poema. El conde Vronski se cruza con Ana Karenina en la estación y pasan de largo sin verse. ¡Lo que puede desencadenar una mirada!
ResponderEliminarNos hubiéramos quedado sin esa magnífica novela... A cambio, la romántica Ana no habría terminado entre las vías del tren.
EliminarMuchas gracias por tu mirada, 81.
Un beso.
Oh, pero cuántas historias quedan por allí sin contar, truncadas por la lluvia o las nevadas?
ResponderEliminarOjalá hubiese más contadores amantes de esas cosas estupendas que podrían ocurrir, pero falta a veces optimismo, creo.
Saludos y un placer.
Un placer para mí, Beatriz, y un honor que pases por este sitio.
ResponderEliminarGracias.
Mis saludos!!
La lluvia evoca historias no contadas que nos podrían alucinar. La tuya es muy buena.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias por entrar y por dejar tu opinión, Nel. Me alegra que te guste esa historia rescatada de las gotas de lluvia y de una breve espera.
EliminarSaludos!!
Es posible que -de haber sido esa historia de amor- tiempo después hubieras escrito, sin inventar en este caso, una auténtica historia de monotonía.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Sí, dicen que los únicos amores eternos son, justamente, los imposibles. Una estupenda paradoja para la literatura.
EliminarGracias por dejar tu opinión.
Un abrazo!!
Complimenti, molto bello!
ResponderEliminarRed Margutte
www.margutte.com
Grazie tante!!
EliminarPiacere.