El capitán, que se encontraba tranquilamente en la proa disfrutando del buen tiempo, se sobresaltó cuando el barco empezó a agitarse bruscamente. La cubierta se zarandeó bajo sus pies, la quilla se elevó y el barco cayó de costado antes de empezar a dar vueltas, como si hubiera entrado súbitamente en un torbellino.
Cuando paró el movimiento, él y el timonel se encontraron tirados en la cubierta de estribor, atónitos. Una nube espesa envolvía el barco. En sus muchos años de navegación, jamás habían visto un fenómeno semejante a ese. Estaba oscuro pero podían ver constelaciones negras sobre un fondo blanco grisáceo. Perplejos, se dieron cuenta de que eran letras, palabras, frases enteras incluso... izaciones sociales convocan a una concentrac... el FMI pide a... Se esforzaban por leer en los recovecos de aquel extraño cielo, por si encontraban respuestas a esa insólita tempestad. De pronto, de la misma manera que los cubrió, la nube empezó a abrirse, las palabras se alejaban, se alejaban... hasta que desaparecieron y se hizo la luz nuevamente a su alrededor.
El niño hizo una bola con la hoja de papel de periódico, la tiró a la papelera y dejó el barquito encima de la mesa para verlo bien. La vela estaba algo enredada y la alisó. En la cubierta, de color azul celeste, los dos ocupantes del barco, dos figuritas de plástico vestidas de marinero, estaban sentadas con la cabeza apoyada en el trinquete y los ojos abiertos de par en par. Los levantó y los puso derechos. Colocó al que llevaba gorra de capitán en la proa, mirando al frente; al otro muñeco lo puso al timón.
Perfecto relato y final genial, el que nos dejas, con esa metáfora tan acertada.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Gracias, Rafael, me alegra que te guste.
EliminarUn abrazo para ti.
Precioso María. Un abrazo fuerte desde Tartu (Estonia)
ResponderEliminarGracias, José.
EliminarHe tenido que buscar Tartu en San Google para ubicarte. Te deseo una buena estancia allí y feliz regreso.
Un abrazo.
"Estamos tocando el fondo...", pero es fundamental tener referencias que nos alienten a salir de él. Tus escritos -nada frívolos, por cierto- forman parte de esas referencias, no dejes de escribir, amiga... no dejes de escribir.
ResponderEliminarSalud
Eso que dices es muy alentador, me va a dar una sobredosis de autoestima :)
EliminarMuchas gracias!!
"...Porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos..."
Habrá que decir quiénes somos de la manera en que sepamos hacerlo.
También el jugador es prisionero
ResponderEliminar(La sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
¿Te gusta Borges? A mí me parece quizá demasiado perfecto. O inalcanzable. Pero es magnífico.
Es imperdonable que hasta ayer no viera tu felicitación. Y es que
toda ésta tecnología me sobrepasa. Decididamente, la ciudad no es para mí.
Beso
Borges el maravilloso, siempre genial, siempre certero. A mí me causó una impresión tremenda la primera estrofa del "Poema de los dones":
Eliminar"Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche"
Ironía finísima la del poeta al describir así su situación de hombre ciego al tiempo que era director de la Biblioteca Nacional. Es magnífico en todos los géneros, sí.
¿Imperdonable? nada de eso, mejor así: encuentras una felicitación tardía cuando ya no esperabas.
Un beso!!
Las cosas tan maravillosas que se te ocurren en una sesión de yoga, querida mía.
ResponderEliminarUna nueva genialidad de las tuyas, desde luego.
Besos mil!
:) Como no alcanzaba la fase de meditación me puse a contarme pamplinas.
EliminarMuchas gracias por tu enorme generosidad, hada preciosa!!
Y muchos besos.
¡Pero qué historia más rebonita y más pisiosa, hermana!
ResponderEliminarQué bien escribes, jodía.
Un abrazo enorme.
Me alegra que te haya gustado, muchas gracias!!!
EliminarMontón de besos.