brillan las innumerables estrellas de la noche
Herman Hesse
Por mí, sólo por mí, la solitaria,
hay lágrimas de asfalto en las aceras
formando grandes charcos.
Por mí, la gran desorientada,
los semáforos hacen incansables
sus guiños luminosos.
Navego por un mar de cemento
bajo una fría lluvia de neones.
Crece en mi alma herida
la laxitud nocturna de las calles.
Desde el faro de un bar tan solo como yo
miro pasar el tiempo por la acera con ojos sorprendidos.
Con mis manos vacías le digo adiós.
Con mis dos manos vacías.
Adiós.
Tristeza en esos versos de tu protagonista.
ResponderEliminar(Sin palabras)
Un abrazo y feliz domingo.
Sí, había tristeza, Rafael. Pero el domingo salió el sol, como siempre, y su luz sobre el agua del río formaba chispas brillantes que saltaban como locas...
Eliminar:)
Un abrazo enorme.
Feliz tarde.
Laxitud nocturna en calles sucias y llenas de baches.
ResponderEliminarSaludos
Curiosa y oportuna imagen: hoy tenemos las calles bien sucias, por la huelga.
EliminarSiempre me han gustado las calles. Cultura de sur :)
Gracias por tu visita, jaal.
Saludos.
En fin... Hermoso, como siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Vichoff, como siempre. Porque, como siempre, eres generosa.
EliminarUn fuerte abrazo.
Solitaria… quizás, desorientada… tal vez, con las manos vacías… NUNCA. Qué hermoso poema. Me gustan las lágrimas de asfalto, los guiños de los semáforos, y ese faro, que además de dar luz es vigía.
ResponderEliminarGracias, cielo, por compartirlo. Tienes tanto que contar y ofrecer... Nunca he visto unas manos y un corazón tan lleno.
Besos y abrazos.
Mari Carmen, muchas gracias por esas palabras. ¿Cómo encuentras justo las precisas? Las hadas de tu tierra te adoptaron, eso es seguro, y te dotaron de magia :)
EliminarBesos, abrazos...
¡Qué poema mas triste, pero qué hermoso! Me recuerda a "Luz de lluvia" de Joan Margarit.
ResponderEliminar"...Absorto escucha
el grito de una garza en la azotea.
La afinidad del alba con la la nada
trae el frío a sus ojos
cuando, extinguidas todas las estrellas,
las hiedras temblorosas se desvelan
y él apaga las luces, como ayer,
y como hará mañana hasta que un, alba
su mirada también se haya extinguido".
Tus plaquitas cantarinas me alegran la mañana.
Muchas gracias por ese comentario tan bonito, Avril.
EliminarY por el poema que traes de Joan Margarit: es una hermosura, no lo conocía y te lo agradezco mucho.
Me aslegra que te gusten las campanitas estas. Yo las cogí pinchando sobre ellas cuando las vi en algún sitio -no recuerdo dónde- Si las quieres, pincha sobre ellas a ver si se van contigo :)
Un beso.
Perdón por las faltas:
ResponderEliminarel tercer verso debe ser: "La afinidad del alba con la nada,"
y el ante último: "y como hará mañana hasta que, un alba,"
Un abrazo.
Guardo el poema, gracias.
Eliminar¡Qué húmeda soledad envuelve los pasos, a veces, de quien pisa con el corazón en la mano y la mirada llena de recuerdos!
ResponderEliminarRecuérdale, María, que la lluvia siempre lava, limpia y cura; que siempre resurge la vida tras los lodos que todo lo ocultan...
Cuando se habla en versos, no existen las manos vacías, están llenas de caricias, de adioses, de dolores, de instantes felices, de ilusiones y de decepciones. ¿Cabe todo esto en unas manos vacías?
Me encanta tu caja de sorpresas, leerte se está convirtiendo en una afición más que agradable.
Un abrazo húmedo, de gotitas diminutas.
Como siempre, Mafalda, tus comentarios no son solo estimulantes e interesantes, es que constituyen todo un bálsamo.
EliminarOjalá siempre encuentres en esta cajita algo que te guste.
Muchos besos.
Muchas gracias.
Extraordinario, María. Se huele la soledad. Cala en los huesos. Qué humana es.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, José Antonio. Pretendía transmitir ese sentimiento de soledad algo descarnado: lo que me dices me hace pensar que lo conseguí, y eso me alegra.
EliminarUn fuerte abrazo.