De nuevo la lluvia.
Esta mañana salí y me puse chorreando: llevaba un mal paraguas y unos malos zapatos, que se calaron enseguida y me empaparon los calcetines. Fui todo el camino oyendo un chap chap por los pies y recibiendo goterones en la cabeza por los resquicios del paraguas roto.
Salí a patear el parque cercano a mi casa. Resbalé varias veces en las hojas mojadas y putrefactas, me metí en un charco, el chubasquero se caló por completo y el agua se me metía puños arriba hasta el codo...
Salí triste, he vuelto triste y con catarro.
Salí triste, he vuelto triste y con catarro.
Me paso la tarde moqueando y asomada a la ventana. Veo pasar gente corriendo con paraguas que el viento voltea. Me gusta en especial uno en quesitos azules y amarillos, cuyo propietario (cobijado, invisible) hace girar bajo la lluvia como un molinillo, salpicando a los viandantes con que se cruza.
Es de noche y sigue lloviendo, ahora con más fuerza. Tomo un té con aspirinas y observo este pequeño diluvio mientras espero un milagro antes de acostarme.
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