jueves, 2 de agosto de 2012

Caro amico, ti scrivo...


Porque algunas noches, cuando hace tanto calor pero en mi corazón es riguroso invierno, busco el rastro inconfundible de tu paso por mi vida entre los recovecos de mi memoria...

Entre horas que son de piedra y horas que son de plumas, a lomos de cometas errantes, recuerdo (tristísima) todas las playas a las que nunca iremos a esperar la madrugada; recuerdo los trenes que no cogeremos, los helados que no tomaremos, las calles que no pasearemos, las despedidas que no sufriremos con la alegría del reencuentro...

Tristísima y lunática, revuelvo entre las circunvoluciones cerebrales tratando de encontrar palabras olvidadas, escenas perdidas...

Es que la luna ha vuelto a inflar sus mofletes estos días: ya le toca. Allí está, encima de los pinos oscuros, redonda y a cada rato un poco más brillante. Y yo, en vez de adoptar una prestigiosa y elegante lincantropía, me pongo melancólica y me cuesta soportar su desdén mineral, su disco blanco de diosa, su mirada de luz fría. Debimos haberla habitado cuando sabíamos hacerlo, cuando podíamos subir a su cara sonriente por los senderos de luz que trazaba sobre el agua.

Te escribo ahora porque justo ahora, a estas horas de la noche y con sueño -pero sin ganas de morir un rato todavía- pienso que debería borrar todas las cartas, todas las fotos, mandarlas a la papelera y luego a la Nada... Creo que te -me- estoy pidiendo permiso para borrar tus huellas, pero temo que si las borro y me saco la espina pueda acabar clamando con el poeta "...aguda espina dorada, quién te volviera a sentir en el corazón clavada..."

(Antes de dejarme llevar por la marea de mis mares, me dejo mecer en esta fascinación morbosa por la estética de las derrotas.
La luna me mira y adquiere un tinte anaranjado.
Parece la de siempre, ella.)

10 comentarios:

  1. Como en el poema de Machado, en aquel Ensueño de sus versos que citas, también leo un sueño escrito y vivido por la protagonista de tu relato, con la luna de testigo. Porque es cierto que hace calor en la noche pero también hace invierno en el corazón que está de riguroso invierno.
    Y así va la protagonista, deshojando la margarita, como tantos en la vida, sin saber, (o quizás sí), dónde poner rumbo a su barca.
    Un abrazo en la noche.

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  2. Bello texto, María.
    Hay que reconocer que el mes más caluroso del año es también el más solitario. Nuestros seres queridos están de viaje o simplemente no están.
    Pese a ello, es mejor tener recuerdos porque eso significa que viviste.

    Un saludo.

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  3. Sí, Rafael, no hay invierno más frío que el que anida en un corazón que pierde y añora. La protagonista teme el reflejo de las lunas de un pretérito perfecto -los pretéritos tienen esa cualidad- Su barca seguro que acaba encontrando algunos días de verano en los que varar.
    Gracias siempre.
    Un abrazo.
    Feliz noche.

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  4. Muchas gracias, José Antonio. Estoy de acuerdo, siempre es mejor perder lo que se tiene que no tener nunca nada que perder (o algo así)

    Mis saludos y feliz noche.

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  5. ¡Ah, la Luna, la Luna! De oro y nácar, tan bella, qué traicionera. Cuántas desgracias ha traído a las muchachas hermosas. Ten cuidado con ella, y no escuches la llamada de su amigo el lobo. Ciérrales tu balcón y mañana será otro día.

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  6. ¡Qué gran mito el de la luna y sus traiciones!
    (Cierro puertas y balcones a sus influjos, ignoro las mareas, hago caso omiso al lobo...)
    Sin embargo, Jaime Sabines le encontró unas maravillosas utilidades terapéuticas:

    La luna se puede tomar a cucharadas
    o como una cápsula cada dos horas.
    Es buena como hipnótico y sedante
    y también alivia
    a los que se han intoxicado de filosofía.
    Un pedazo de luna en el bolsillo
    es mejor amuleto que la pata de conejo:
    sirve para encontrar a quien se ama,
    para ser rico sin que lo sepa nadie
    y para alejar a los médicos y las clínicas.
    Se puede dar de postre a los niños
    cuando no se han dormido,
    y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
    ayudan a bien morir.

    Pon una hoja tierna de la luna
    debajo de tu almohada
    y mirarás lo que quieras ver.
    Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
    para cuando te ahogues,
    y dale la llave de la luna
    a los presos y a los desencantados.
    Para los condenados a muerte
    y para los condenados a vida
    no hay mejor estimulante que la luna
    en dosis precisas y controladas

    Seguro que la conocías, pero me gusta tanto...
    Mañana será otro día, 81, espero que no nos defraude mucho; por si acaso, pondré unas hojitas tiernas de luna bajo la almohada.

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  7. Un excelente poeta del que no he leído sino una elegía a la muerte de su padre: "Algo sobre la muerte del mayor Sabines", recogida en "Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española" (1950-2000)editada por Galaxia Gutemberg. Un poema largo y doliente, el del poeta mexicano, pero éste tuyo me pide a gritos que conozca mejor su obra, y me pondré a ello.
    Muchas gracias, por dármelo a conocer.
    Hace años tuve la afición de recoger todas las lunas y los calificativos conque las iba encontrando en la literatura, y llegué a tener anotadas alrededor de cien, debo de tener en algún sitio ese cuaderno, pero soy muy desorganizado, cualquier día lo encontraré. Recuerdo la luna de Trapiello "dorada como una hebra de azafrán" la "Dragon Moon" de las leyendas escandinavas, que nos cita Borges, "la sangrienta luna" de Quevedo, y otras muchas, pero ésta de Sabines no la conocía, y me voy a poner a ello.
    Gracias María.

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  8. Después de haber tenido el privilegio de leer este relato me he sentido en la obligación de darte las gracias.
    Gracias María.

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  9. Me alegra muchísimo, 81, haberte "descubierto" esta luna benefactora; la encontré casi por casualidad y desde entonces la tengo cerca de mí. A veces la tomo de postre, aunque no sea un niño.

    Esa afición tuya de recoger los nombres de las lunas me parece algo extrañamente bello. Me gustaría mucho tener noticias de ese cuaderno mágico si llegas a encontralo...
    Gracias por dejar algunos de esos nombres, gracias por tu compañía.

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  10. Querido José, yo tengo el privilegio de que me leas y me dejes tus palabras.
    Muchas gracias.

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