sábado, 2 de junio de 2012

Claqueta


Si hubiera sido una película yo habría tropezado contigo justo en esa esquina de la plaza donde estabas parado y absorto, como esperando algo impreciso; te habría dicho "perdona" con voz trémula y tú habrías dejado esa pose de esperar algo impreciso y te habrías fijado en mi cara de embeleso, en mi pelo mojado, en mi chaquetón azul marino y en mis carpetas abrazadas con fuerza exagerada. 
En el plano siguiente nos habríamos refugiado en el café pequeño de la calle de al lado, tú habrías dejado tu trenka mojada en el respaldo de una silla y yo mis carpetas sobre esa misma silla, y ambos estaríamos fumando y sintiendo que la vida estaba ya justificada por ese café compartido. 
Si hubiera sido una película, habría escampado enseguida para que bajáramos juntos por la Rambla hacia el puerto, a ver la puesta de sol sobre la bahía y la salida del ferry de Melilla. 
En la puerta de mi internado -si hubiera sido una película- hubiéramos dicho al mismo tiempo "¿nos vemos mañana en la plaza?" y yo habría...

Pero era la vida, y funcionó con su realismo más prosaico y antipático. Yo te vi allí parado, como si esperaras algo impreciso, me aturullé al pasar por tu lado pero tú me miraste con exactamente el mismo desinterés con que mirabas la lluvia. Al alejarme se me cayó un libro en un charco y se emborronó el texto de varias páginas; me quedé mojándome un rato en la acera de enfrente para mirarte, hasta que te vi tirar el cigarrillo que fumabas y salir andando Rambla abajo... Te habían dado plantón. 
Me fui al puerto sola, me entristeció la inexistente puesta de sol y lloré cuando vi salir el barco de Melilla. 
Mi residencia escolar me recibió con la frialdad de siempre y para colmo había de cena la sopa que menos me gustaba.

Nunca volví a verte, muchacho que fumabas en esa esquina mientras esperabas algo.
Tampoco pude leer nunca las hojas del libro con la tinta corrida.

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