viernes, 9 de marzo de 2012

El viento de levante


Esta mañana ha empezado a soplar el viento de levante. 
Me despertó el golpeteo de los postigos de la ventana de mi cuarto, que da al este. Salí a la terraza y vi a Pepe sentado en su sitio habitual, cerca de la puerta de su casa, en una silla que le coloca su hija al sol. Él siempre está protegido de los vientos que haya pero hoy, con el de levante tan violento, estaba mal situado. El viento le daba casi de lleno mientras se liaba un pitillo, con los antebrazos apoyados en su bastón.

Pepe es un pescador de más de noventa años, que se pasó unos sesenta en la mar; la dejó ya muy viejo, hace pocos años. Tiene la piel de la cara y de las manos como de pergamino marrón.
Me extrañó que eligiera esa posición para sentarse, porque él sabe más que nadie en el pueblo del tiempo y sus derivas.

Lo llamé:

- Pepe, buenos días, que tenemos levante...

- Va a entrar poniente... Buenos días...

- Es levante, y donde estás te dará con mucha fuerza.

- Va a entrar poniente.

- Pero hombre, mira las ol.........assss!

Las olas no se confunden, son mi indicador más fiable: juro que se movían de levante cuando las vi hacía menos de un segundo, pero ahora las crestas de espuma habían variado la dirección y venían empujadas de poniente ¡el viento había rulado en un instante! 
Miré a Pepe con devoción -con más de la que ya le tengo- mientras él le daba caladas golosas a su cigarrillo y empezaba a tararear un corrido mejicano.

- ¡¡¿Pepe ¿cómo lo sabías?!!

- ¡¿Cómo no lo sabías tú?!

Respuesta perfecta. Sonrisa complacida en su boca desdentada.
A partir de esta tarde tenemos clases de indicios de la naturaleza de nuestro entorno para detectar, de momento, la dirección de los vientos. Luego, lo mismo seguimos con otra cosa. Pepe me dedicará algunos ratos de su tiempo porque cree que mi educación en conocimiento del medio es más que deficitaria. Y tiene toda la razón.

Hemos quedado en eso y él ha dejado el corrido para empezar una copla de Miguel de Molina, tan contento y tan bien posicionado como siempre frente a los vientos.

Hoy empezó a soplar levante, pero pasó a poniente antes de que me terminara el café.

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