martes, 13 de marzo de 2012

El factor Julia


Han pasado varios siglos -unas dos semanas- desde que pensé en ir a visitar a mi prima Julia hasta que, finalmente, hoy he ido. 
No tenía más remedio: era socialmente inaceptable demorar más ese acto heroico. 
Sucede que cuando una no tiene mucho valor -de natural- y encima la energía acumulada por la noche se le escapa por el desagüe con el lavado de cara mañanero... En fin, que cuesta tirar de los días y dilemas propios, y mucho más pensar en determinadas marañas ajenas.
Pero ya he ido. He sobrevivido. Y he vuelto.

Ante algunas situaciones que me parecen inmanejables, lo único que se me ocurre que puedo hacer es salir corriendo. Huir. Pero esa opción convertiría en una cascada inmanejable las fichas de dominó puestas en fila que son mis relaciones familiares.

(Cuando pienso que no soy capaz de superar los test de inteligencia emocional más básicos y que, en cambio, debo lidiar sola durante al menos una hora a mi prima más dicharachera, me da cierto morbo y bastante susto).

Entro en la casa.
Primeros reproches, tiemblo.
Habla y habla, yo cuento hasta mil en varias series -lo cual debe hacer un total abrumador de números, que no calculo-
Oigo la lista de sus dolores, respiro hondo
Ahora sus vértigos, cuento otras dos series de trescientos
Me explica un quiste extraño y enorme que hizo las delicias de todo un equipo médico eminente, yo lucho por evitar un grito
Entonces viene algo sobre su estómago inestable, tomo aire con determinación
Luego un repaso a su taquicardia, y yo pienso en las flores amarillas que he visto proliferar en el arcén de la carretera
y sigue, sigue sigue...

Espero...Escucho... Asiento...Tomo aire... Comprendo... Suspiro... Sobrevivo... 
Temo que me voy a quedar sin fondos en mi banco de ánimo y de paciencia, cuando -aleluya- termina la visita y me voy. 
Empiezo a cantar en cuanto me veo en la acera con sólo algunos arañazos en la epidermis del subconsciente: nada importante. Salir de casa de mi prima Julia sin graves secuelas es algo meritorio por demás, y eso me pone contenta.

Los parientes como factor de riesgo es un tema digno de estudio. O de más estudio.
Si yo supiera escribir con alguna coherencia sobre este asunto, intentaría hacer un texto para ser analizado.

(...y si supiera cómo, sencillamente escribiría algo sobre algo con algo de coherencia.)

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