domingo, 18 de marzo de 2012

Los libros no saben arder



Los libros arden muy mal. He empezado a quemar algunos en la chimenea, al estilo Carvalho, y veo que no es fácil. 
Primero prende la cubierta por los bordes: una llama pequeña empieza a lamer el lomo y se va corriendo por los filos, requemándolos, retorciéndolos, ennegreciéndolos... De vez en cuando una chispa de lumbre se introduce entre las páginas y entonces el libro se abre en una llamarada enorme roja y amarilla y luego, de pronto, se vuelve azul: creo que son las letras, que se desangran en humo azulado. 

Al cabo de un rato el libro sigue ennegrecido pero compacto y duro, como un tarugo verde que humea sin que en él prenda el fuego.

Yo ayudo abriendo las hojas con el atizador y las llamas entran por entre las páginas, éstas se abren de golpe antes de arder y se ven perfectamente las letras alineadas, que parecen mucho mas grandes y luminosas en ese momento crítico, justo antes de ser devoradas...

Me da tanta pena que dejo esta actividad en el primer intento. Mi admirado Pepe Carvalho tendrá que esperar un poco más para que me convierta en seguidora convencida de su método.

2 comentarios:

  1. Por mucho que admires a Carvalho, Oleaje, no creo que te hagas seguidora de su método. Porque sabes que en la escritura está parte de la esencia del que escribe, y porque, independientemente de la calidad literaria que haya entre sus páginas, sabes que una vez fue un sueño...Y tú jamás quemarías el sueño de nadie. Tú los impulsas.

    Te acompaño...

    Besos y un fuerte abrazo.

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  2. Gracias por acompañarme, Mari Carmen, siempre lo haces...

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