Me voy encontrando unos pedacitos de pequeñas nostalgias por los bolsillos y me dan ganas de vocear, desde un puesto del mercado, que vendo unas penas tibias y domesticadas, adaptables a todo tipo de gentes, muy llevaderas... "¡Comprenlas! son menudas melancolías de bolsillo, de las de andar por casa, de la de a euro el kilo..."
Organizo en un canasto caótico ristras de palabras tristes y absurdas que den algo de lástima y algo de risa, y las pongo a la venta entre cajas de dátiles y racimos de uvas. Un puesto de penas y frutas en medio del laberinto del mercado.
Me pregunto si las ordenanzas municipales considerarán lícita mi venta...
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