sábado, 18 de febrero de 2012

Sentido práctico


Me despertó un sueño de hospital que transcurría entre pasillos verdes, o verde-agua, como me corrigió, en el mismo sueño, una señora que entraba y salía por las paredes de las habitaciones y que intentaba que todos los enfermos usáramos esa vía de los muros para movernos entre habitaciones, con lo que yo -incapacitada para las proezas desde siempre- no paraba de hacerme heridas en la frente, los pies, los codos... dependiendo de qué zona usara para iniciar la entrada por la pared verde.
Me despertó ese sueño, como digo, y un molesto dolor de cabeza, y vi que las paredes de mi cuarto tenían ese tono verdoso que pretende ser tranquilizador en los hospitales y que a mí, francamente, me pone nerviosa. Tengo que pintar el dormitorio de otro color, decidí de golpe.

Estaba triste y me fui a ver a Catalina, por si quejarme amargamente de la vida y de los colores verdes servía para algo. Catalina tiene el don de desviar mi atención a cosas tangibles y sabrosas: hoy, cuando entré en su casa sin llamar -como siempre- estaba ella en la cocina friendo jureles en una gran sartén antigua. 
Mientras yo sacaba mi arsenal de nostalgias y las iba depositando, una a una, sobre la mesa de la cocina, ella me acercó un cesto de tomates, con instrucciones precisas de que los fuera pelando y troceando en una fuente. La verdad, oliendo los jureles fritos se me hacía difícil desgranar mis penas de andar por casa, y las manos manchadas de tomate daban poco lustre a mis tristezas más bien derivadas del aburrimiento de estar ya tantos meses en este pueblo moribundo...
     
-  Me muero en este pueblo, Catalina...
- Vale... (nunca me escucha cuando, según ella, me pongo a decir pamplinas) cuando estén fritos los tomates te llamo y te vienes a comer conmigo, que hay jureles para echarle a los cochinos y no me gusta que sobre tanta comida...

Tiendo bastante a la melancolía de bolsillo, pero la acendrada praxis de mi vecina me hace poner los pies en el suelo y los jugos gástricos en movimiento.
Me daré un paseo y luego comeré jureles. 
Una gran terapia.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario.