lunes, 11 de marzo de 2013

El escritor




Nada. Absolutamente nada en su cabeza. La hoja en blanco en medio de la pantalla se muere de aburrimiento. Como si las palabras estuvieran fuera de su alcance. Como si la idea que lo sacó de la cama en mitad de la noche se hubiera desvanecido en cuanto sus pies tocaron el suelo helado. Con los ojos enrojecidos por el insomnio, empieza a teclear.

Escena 1ª: Aparece por la izquierda una persona adormilada, con el pelo revuelto y bostezos encadenados. Camina sujetando una taza con una mano de plastilina, por lo que el café interior tiembla como con un estremecimiento de fiebre. Llega torpemente hasta el centro del escenario, donde está la mesa con un ordenador y se sienta delante.
¿Cómo reflejar esa lasitud en un sonido?


Sensación de aplastamiento, como si sobre él hubiera caído una pirámide entera. Pone música, enciende un cigarrillo, mira por la ventana: la calle es siempre fuente de inspiración, pero el escenario está muerto. Los noctámbulos y los madrugadores se cruzarán dentro de poco, pero ahora sólo hay gatos que buscan por las basuras esturreadas.


La mujer

(sí, es una mujer, tiene que ser una mujer para que resulte más verosímil la lasitud del cuerpo de plastilina, la desgana general...)

La mujer bosteza de nuevo, abre el correo, derrama café sobre su pijama, suelta un ¡mierda! al quemarse


Piensa en su amigo Javi, que siempre tiene ideas geniales para todo, y si no las tiene las sueña. Una vez le contó un sueño tan bueno que hizo con él el guión de una película que nadie compró. Lo llamará en cuanto sea de dia para que le cuente algo. Su vecino de enfrente sale para el trabajo, dejando un portazo retumbante en el descansillo. Empiezan a pasar coches por la calle.

jshñlksadejfhewiurtiekerrjfnl


Apaga el portátil. Le pone comida a su gato, se viste y baja a comprar pan para el desayuno. Le gustaría ser un gato, o al menos ser Javi. Pero no. Es un ser cuya imaginación está siendo invadida por aquella mancha de nada que se extendía por todo el territorio de Fantasía. Un tipo anodino, oscuro, mediocre y solitario. Y encima, sin inspiración.
Cuando desayune volverá a intentar esa escena deslavazada, a ver si consigue saber qué le pasa a la mujer que se sienta frente a la pantalla del ordenador al principio de la obra.

6 comentarios:

  1. Hermana, por dior, qué buen retrato me has hecho.
    :-)
    ¡Yo también quiero saber lo que se le pasa a esa mujer que se sienta frente a la pantalla en blanco!
    Abrazo grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que ni ella ni su autor, o ni él ni su criatura (tanto monta) tienen mucho que decir, así que dejaremos dormir a la Musa :)
      Tú sales mucho más guapa en los retratos, chavala.

      Mil besos!!

      Eliminar
  2. Quizás no esté en la pantalla la respuestas, sino en lo que hayan reflejado sus dedos en la misma, en sus escritos, en sus palabras, en los suspiros y susurros que se plasmen en esa hoja escrito o en blanco, da igual.
    Un abrazo en la noche.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una hoja en blanco para una noche en blanco y una "protagonista" tan en blanco que ni sabe lo que hará. A veces parece que el flujo de la vida se detiene y queda reducido sólo a una estampa fija.

      Un gran abrazo, Rafael.

      Eliminar
  3. Soledad es hermosa hasta que Aislamiento la secuestra.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Soledad, cuando es voluntaria y consciente, no se deja secuestrar, salvo a punta de pasiones.
      O eso espero.

      Mil gracias, Loam.

      Eliminar

Gracias por dejar tu comentario.