lunes, 23 de julio de 2012

Un domingo cualquiera


El sol hoy pesaba mucho más de lo normal, su distancia hasta nuestras cabezas era mínima y parecía una piedra ardiente y aplastante. Hoy vi llorar lágrimas de resina al pino que hay junto a la escalera: los goterones de color ámbar caían sobre los ladrillos de la baranda y se quedaban pegados al barro rojo.
A la noche le costó trabajo entrar en escena porque el calor derretía las primeras sombras, que se convertían en charcos de alquitrán pegados a las paredes, y hasta que el sol no rompió el horizonte en malvas y anaranjados no hubo modo de que la tarde se instalara en el pueblo y luego, poco a poco, se fue resbalando hasta entrar en la noche, casi a regañadientes.

Bajo un palio de gaviotas, los barcos van entrando al puerto y los pescadores, cansados y renegridos, bajan unas pocas cajas de jureles, todo el botín del día. Los gatos que viven en las rocas de la escollera salen enseguida a merodear alrededor de esos olores apetitosos, se restriegan entre piernas húmedas y saladas, lamen el suelo donde chorrean las cajas de pescado y siguen un rato a la procesión que las mete en furgonetas y las alejan de ellos.

Las casas van cerrando sus puertas, la gente que pasa por la calle habla en voz baja. La gata enamorada que ronda mis ventanas cada noche, en busca de mi gato, deja al fin de maullar, resignada, vencida o simplemente cansada. Las estrellas parecen tener fiebre: esta noche las veo brillar y tiritar demasiado. El rumor del mar llega suavemente, las olas apenas rozan las piedras de la orilla y se retiran con sigilo de gato.

Silencio. 
El silencio de la noche está lleno de sonidos: las sístoles de mi propio corazón, la carcoma con su glotonería en el fondo de las maderas, la respiración del gato dormido, el aleteo de un gorrión en el pino cercano a mi ventana, un rumor de fondo en las neuronas... Ruídos en el silencio.
Y ha pasado el fin de semana, al ritmo de las horas lentas.

8 comentarios:

  1. Precioso relato María. Al principio, cuando leía esa descripción del atardecer y la entrada posterior de los barcos y los pescadores, estaba contemplando la misma escena que yo veía, no hace tanto, cuando eso mismo ocurría en mi pueblo. Confieso que fui muchas veces a contemplar el atardecer a la barra y tenía que pasar dos veces por el puerto pudiendo retener todo eso que tan bien relatas.
    Los dos últimos párrafos son pura poesía y en el primero de ellos hay algo escrito que llama la atención: "...Las estrellas parecen tener fiebre: esta noche las veo brillar y tiritar demasiado..."
    Por último digo como tú "...ha pasado el fin de semana, al ritmo de las horas lentas..."
    Un abrazo en la noche y felicidades por este maravilloso escrito.

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  2. Y podrías seguir con el poeta:

    No me oscurezcas demasiado, no me borres,
    ineluctable noche.
    Por mi ventana sigo mirando el muelle
    y los barcos que zarpan allá lejos
    con los amores que no regresan nunca.
    No me apagues la llama de esta vela,
    aún espero una carta...

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  3. Me alegra que te guste, Rafael.
    Parece que compartimos amores marítimos, aunque estemos en paralelos diferentes y veamos distintos mares -creo, por tus poemas, aunque siempre el mar es el mismo mar, el mismo y tan diferente a cada instante-
    Gracias por tus palabras, por tu paciencia.
    Feliz noche.

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  4. Bellísimo poema que no conocía, 81, y que me guardo para relecturas en noches así, para cuando pida la luz de una vela...

    aún espero una carta...

    Gracias por este precioso texto.
    Feliz noche.

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  5. Hola, María:

    Me he metido en tu precioso atardecer de domingo 'cualquiera' al que has hecho 'único e inconfundible' con estas detalladas e inspiradoras descripciones.

    ¿Sabes? De un tiempo a esta parte me resulta muy complicado 'sintonizar' con otros escritores, no sé, enseguida se me entornan los párpados y la boca se me abre en soberano bostezo ;) (Quizás a ellos les suceda igual conmigo, jejeje...) Pero contigo me pasa todo lo contrario, eres de esas personas que deja caer las letras con tanta elegancia, estilo e imaginación, que me resulta muy difícil no conectar rápidamente con tus historias...

    ¡No dejes jamás de escribir!

    PSD: Oye, y no estoy siendo amable, simplemente te digo la verdad...

    :))

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  6. Pues... me quedo muda de sorpresa ante tus palabras, Mar. Siempre estoy convencida de que lo que escribo carece por completo de interés, hasta para mí :))
    Que algunos leáis mis "pamplinas" me parece milagroso, que algunas os gusten es algo más milagroso todavía.
    Eres muy amable aunque seas sincera, o por ello, que son conceptos muy compatibles en ocasiones :).
    Muchas gracias, Mar.

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  7. Mare, es un convencimiento sin fundamento, edificado sobre unas percepciones que no lo sostienen.

    Tus “pamplinas”, como tú las llamas, no lo son tanto. Escribes bien y, lo que es más difícil, trasmites y llegas... Traspasas la dura piel que a veces usamos de coraza y alcanzas, a través de la inmensa red neuronal, al centro del cerebro y del corazón.

    Besos y miles de abrazos con cariño, respeto y admiración.

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  8. Querida Mari Carmen, siempre encuentras la mejor manera de ver las cosas: generosidad a raudales.

    Besos y abrazos para ti, amiga mía.

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