domingo, 29 de julio de 2012

Tempus fugit


Hace poco tiempo que desperté en un domingo soleado: suelen ser así, luminosos pero domingos, antesalas antipáticas del día siguiente.
El lunes se dejó llevar por momentos; el mejor, concretamente, cuando por fin preparó la lanzadera para el despegue del
martes, que dejó constancia sobrada de su patosidad como día de mala fama.
El miércoles fue milagrosamente salvado, in extremis, por un concierto de guitarra que no estuvo mal, aunque el repertorio me pareció muy manido. Con las últimas notas sobrevolando a mi alrededor, entró un
jueves sin pretensiones, un jueves mediocre y cómodo en su ubicación medianera.
El viernes se lució durando eternamente por culpa de una reunión de última hora.
El sábado abrió las puertas de la salida de la semana a través de rituales que me incomodan: la movida, la marcha, lo que sea que la gente solemos hacer, me da un montón de ganas de tumbarme en la cama y cerrar los ojos.

Y así, por los intersticios de la semana, aparecí en este otro domingo, luminoso, pero domingo.

4 comentarios:

  1. En la pereza del despertar se hace un repaso a la semana pasada con esos momentos que pudieron ser especiales o tener su importancia cada día.
    Un abrazo en la noche.

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  2. Para ver lo poco que hay que contar de una semana...

    La verdad es que al despertar hoy casi creí que estaba aún en el domingo pasado, tan iguales todos :)
    Un abrazo, Rafael.

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  3. Las agendas, los relojes y los calendarios son de los peores inventos del ser humano, pues sólo consiguen hacernos esclavos de una prisión finita para nosotros e infinita en el espacio.

    Me gusta lo que leo.

    Saludos.

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    Respuestas
    1. Gracias, acróbata, un placer leerte a ti.

      Bienvenido.

      Saludos.

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