domingo, 24 de junio de 2012

Si el día me atropella...


Sé que tiendo al caos, que mis días se organizan como ellos quieren, que cuando enciendo el ordenador se me olvida comer y si me pongo a comer pierdo el libro que llevaba en las manos y cuando lo encuentro no sé dónde dejé el móvil y entonces suena y tengo que buscarlo por entre los matorrales espinosos, porque se ve que cuando regaba se me cayó, y voy y me pincho queriendo encontrarlo mientras sigue sonando -infatigable- el tono estándar de movistar... Y todo esto sin llevar las gafas, porque no sé dónde se habrán metido esta vez jugando al escondite.

Cuando los días me atropellan de esta forma, tan tonta y tan sin sentido, me doy una orden escueta: ¡a la playa! 
Cojo las llaves, cierro la puerta y me voy a las rocas de mi cala favorita. Nado hasta cansarme mucho y cuando salgo del agua mi cuerpo está en estado de ingravidez y mi cabeza silenciosa: los montones de pensamientos innecesarios e inútiles que la llenaban se han disuelto en agua marina y yo estoy liberada de un lastre absurdo.
En ese momento me convierto en una especie de acumulador de energía. Me quedo tumbada al sol, como los gatos, absorviendo calor a través de la piel como si tuviera que cargar baterías infinitas; miro las chispas de luz de plata titilando sobre la superficie del mar de azules cambiantes, escucho el sonido del agua tan dentro de mí como el de mi sangre, olfateo el salitre y las algas y el olor profundo -esos matices telúricos- de las rocas, saboreo la sal de mis labios...

Es un momento libre.
Y las otras cosas no importan.

(esta noche de San Juan, lo mismo tengo suerte y me cae encima una estrella...)


4 comentarios:

  1. Como siempre delicioso María. Espero que la noche de San Juan te haya tocado esa estrella.
    Un abrazo en la noche.

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  2. Pues la noche mantuvo un calor tal, que las estrellas se quedaron en sus alturas celestiales, pero me tocó su luz (espero):)
    Gracias, Rafael. Un abrazo.
    María.
    (que no puedo escribir con mi perfil, a saber por qué)

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  3. Muchas veces lo verdaderamente valioso no es alcanzar un sueño, ya que, de manera automática e inconsciente, nuestro cerebro empieza a construir otro y a desvanecer el alcanzado.Los sueños, sueños son, lo bonito es que lo continúen siendo.

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  4. Y, parafraseando a Cavafis y su viaje a Itaca, lo importante de los sueños no es tanto llegar a ellos sino seguir en su estela.
    Lo bonito, como dices, es que continúen...
    Gracias, y buen día.

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