viernes, 22 de junio de 2012

Medusa


Miré directamente a Medusa y toda ella se convirtió en piedra. 
No pudo soportar en sus ojos el dolor de los míos. 
Sus cabellos de serpientes se tornaron guijarros que cayeron a mis pies, 
su grito quedó congelado en pedernal, 
sus manos se hicieron duros tormentos fríos...


En la Gran Cisterna de Estambul, Medusa mira pasar los siglos con su mirada de piedra. Su cabeza está volcada en el agua quieta y oscura, soportando una columna que llega al cielo de la Basílica.
 Sus ojos temibles, ahora petrificados, miran fijamente a los visitantes que pasan ante ella y la fotografían 

-¡pobre Gorgona caída!-

En esas estancias de silencio, Medusa no es ya el ser terrible y furioso capaz de convertir en piedra mi corazón dolorido.
Salgo de allí arrugando la carta final en mi puño cerrado.
Salgo con las heridas vivas, con la tristeza renovada ante la imposibilidad de mi esperanza última...
Medusa ya no puede ayudarme.

2 comentarios:

  1. Bonita descripción, casi invita a visitar, si fuera posible, esta escultura que nos ofreces en el Viejo Estambul.
    Un abrazo en la noche.

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  2. Es absolutamente recomendable la visita, desde luego. Esa cisterna, la Basílica sumergida, tiene 336 columnas, hermanas de las que trajeron para la construcción de Stª. Sofía...A mí me sobrecogió y me emocionó. Vale la pena ir, si es posible...
    Gracias, Rafael.
    Buen día.

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