sábado, 16 de junio de 2012

Espejo oscuro


Al abrir el portátil me he visto reflejada sobre la pantalla negra. He dado un respingo de sorpresa y -¿por qué no decirlo?- de desagrado. Sabía que era yo, pero no me parezco nada a la imagen que aparece sobre fondo oscuro -como de azogue antiguo- tan igual a mí, tan gemela y tan extraña.

Me he mirado con atención en esa especie de negativo, he hecho morisquetas, he sonreído patéticamente, me he puesto seria, me he saludado con la mano derecha que se correspondía en el espejo de la pantalla con la izquierda de mi imagen... Esa mujer no soy yo. Es una ficción borrosa de mí que aparece en el portátil como un salvapantallas inoportuno; una ficción de pelo lacio, gesto hosco, arrugas en la frente, ojos tristes y aspecto desesperanzado.

Quiero pensar que la pantalla me gasta una broma pesada devolviéndome una mala caricatura de mi aspecto habitual, una exageración negativa de todo lo que conforma mi rostro, por pura maldad del alma mecánica que pueda tener el ordenador...

Cierro el portátil y dejo allí encerrada, sin miramientos, a la mujer que me miraba desde el fondo.

2 comentarios:

  1. A veces, enfrentarse a la realidad, aunque sea en un espejo roto suele darnos algunas sorpresas.
    Un abrazo en la tarde.

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  2. Es cierto, Rafael, y nosotros mismos nos sorprendemos bastante con frecuencia (por fortuna, supongo)
    Un abrazo en esta mañana de luz del sur.

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