miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un lugar para vivir


Me dijiste que me quedara a vivir en tu corazón, “¿dónde exactamente?” pregunté, y sin pensarlo me ofreciste gentilmente tu ventrículo izquierdo: “ahí seguro que te sientes cómoda” dijiste “tienes tanta facilidad para que tu cuerpo se adapte a los espacios más insólitos…” y reímos recordando lo bien que me acoplo siempre sobre una roca, o sobre el tronco seco y caído de un alcornoque, sin que las rugosidades de una y otro me hagan daño. Reímos de esa facilidad mía para acomodarme a los divanes más extraños, que tú no soportabas porque torturaban tu espalda y tus manos, tu cuerpo entero.
Entonces ocupé ese ventrículo ¿Cómo no iba a sentirme allí cómoda? Un espacio vivo y caliente, mecido con un vaivén continuo a compás de latidos suaves y armónicos, un lugar a mi medida, dijiste, y yo me metí en él y me sentí en casa. Era el refugio que necesitaba. 
Pasaron meses y años y me adormecía al amor y me desperezaba en tu centro vital, donde la luz de Sirio era permanente.
No me di cuenta del golpe de sangre que me arrojó en una sístole salvaje aorta arriba. Cuando reaccioné, navegaba aturdida por el torrente sanguíneo rodeada de células burlonas, blancas y rojas, que me indicaban la salida a una circulación periférica, eso decían: periférica. Pasé del centro a la periferia perdiendo por el camino luz en polvo, nanas de estrella, presencia viva.
Me dijiste que viviría siempre en un rincón de tu ventrículo. Pero estoy aquí, atascada en un lagrimal por donde finalmente debo salir a chorros de tu vida.
¿Y porqué me acuerdo ahora de esto? Hay luna llena, dentro de unos días será 7 de noviembre... 
Eso es todo, y es de noche.

2 comentarios:

  1. Un lugar bonito para vivir es, sin duda, el corazón de los demás. ¿En cuantos corazones puede habitar una persona?. Supongo que en tantos como haya sido capaz de llegar, aunque lo difícil no es llegar sino quedarse en ellos para siempre.

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  2. Un corazón es como una casa de vecinos: va llegando gente y se instala por los rincones aunque sea...¿Y en cuántos se puede habitar? en todos aquellos donde te sientas cómoda, supongo...Y siempre que el dueño de los latidos te admita como huésped :)
    Un besazo, Ana.

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