domingo, 20 de noviembre de 2011

Espuma de sueños


En mi casa no hay blanda arena que lleve al mar -las losas son duras y frías-
No hay olas verdes con algas largas como cabellos enredados.
Me sumerjo lentamente en un tazón de café negro tropezando en los escollos de la triste melodía de Alfonsina. Los caminos de coral me llevan de la cocina, huella a huella, a la inmersión en la cama: me dejaré arropar por sábanas oceánicas de hilo de plancton.
No hay cinco sirenitas que me esperen, ni una nodriza a quien dejarle algún recado, ni sé si podré dormir en paz. Soñaré con caracolas insonoras y con conchas deshabitadas.

Miro a través de una nube y puedo verme.
A veces llegan los bárbaros, aunque no los estemos esperando, y entonces los días tienen sentido.
Como adquiere sentido un papel escrito pegado a la pared durante años, aunque al final acabe sucumbiendo.

Estoy decepcionada y harta de esperar a los bárbaros y tal vez la arena ya no conduce al mar...
La espuma del sueño se derrama en la orilla y yo escucho sola esa voz antigua de viento y de sal.
Y dicen que ya no hay bárbaros.

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