jueves, 15 de septiembre de 2011

Mi amigo E.


"Pequeña Reata" ha acabado por darle un palo a mi amigo E.

E. siempre anduvo queriendo tener una finquita en el campo, pero cercana a la ciudad, para venir de vez en cuando a vernos a los colegas. Urbano hasta las trancas, fantasea con lo bucólico de manera estrámbotica y disparatada. Consiguió una parcela pequeña de tierra con una casita y sacó mucho cachondeo del fondo ácido de su ser para tener el cuajo de llamarla Pequeña Reata, un espacio metafórico al fin y al cabo.

Ayer me llamó E:

"Prima ¿te acuerdas de aquel potrillo que me compré?..."

"No..."

"Bueno, da igual, ehem, me dió una coz en la frente mientras le pelaba una pata y se me ha roto el tarro..."

"Diossssssssssss..."

"No, si ya estoy bien, te llamo para quedar a tomarnos un café..."

"Ah, bien, así nos contamos nuestras derrotas..."

Siempre hablamos de derrotas E. y yo: supongo que tenemos una facilidad especial para ver los detalles de nuestra vida que rozan siempre el abandono, la pérdida, el fracaso de las horas, lo apagado de los días...Y siempre lo comentamos con muchas risas y con absoluta ecuanimidad en el tono, con desapego incluso, si nos tenemos enfrente y nos miramos y nos decimos cualquier tontería por encima de la taza caliente o de la cerveza fría.

Ay, primo, que no siempre podemos seguir los sueños aunque estemos obligados a seguir soñando siempre. Esa fractura del frontal se cerrará, no cierres con ella tu capacidad de hacer locuras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario.