miércoles, 18 de junio de 2014

Rachas como de un viento de silencio


Te recuerdo a rachas.
Es absurdo, aburrido e inútil.
Pero es que nos quedaron besos pendientes
y una playa con filos de luna
y hablar de caracolas
y tener desvaríos al teléfono
y llorar en una estación.

Te recuerdo a rachas.
En días neutros con olor a fracaso
y en días brillantes como alfileres.

Te recuerdo a rachas (siempre)
porque en este mundo extraño y huraño
era bueno tener cerca tu mano.

Te recuerdo siempre (tanto)
porque tu presencia se difumina rápido
y temo perderme en el olvido.

14 comentarios:

  1. Bonitos recuerdos que ameniza esa brisa que nos dejan tus versos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se trata justo de eso: recuerdos a rachas...
      Gracias, Rafael.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Recuerdos dolorosos o placenteros que siempre formarán parte de nuestra vida pasada a la que no podemos renunciar. Bello poema.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Forman parte de lo que somos y, a veces, cuando empiezan a difuminarse, parece que algo se pierde...
      Gracias, Josep Mª
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. A memória do que nos alegra e nos sobressalta...Gostei do poema.
    Abraço.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La memoria de lo que nos conforma...
      Muito obrigada.
      Beijo.

      Eliminar
  4. Muy bonito, me has evocado (a rachas) a Ángel González.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A. González son palabras mayores: es uno de mis favoritos (de mis imprescindible), me halaga esa evocación por remota que sea...

      Un abrazo, Miguel.

      Eliminar
  5. Me has dejado sin palabras, María.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú nunca te quedas sin ellas, Pepe: por fortuna, tienes para contarnos muchas cosas.
      Gracias.

      Eliminar
  6. Por fortuna, siempre nos queda el recuerdo. Una de sus características, que tan bien enuncias en el poema, consiste en que no es continuo, no cansa, y por eso lo acabamos idealizando. Abandonarse a él me parece humano.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los recuerdos son como las huellas que van quedando en nuestra vida. Muchas veces no las vemos... pero siguen ahí.
      Por fortuna, estoy de acuerdo :)
      Un abrazo, José Antonio.

      Eliminar
  7. Tal vez se fue con el mar y sería mas sensato no esperar su vuelta, ¿o sí?, quizás el mar lo traiga en otra ola.

    LAS OLAS

    Las olas rompen contra sus pies mientras ella camina.
    El hombre anda a su lado por la parte contraria al agua.
    Van siguiendo las formas de la playa y su marcha es sinuosa.
    Siempre esperando la llegada del agua, que lame sus tobillos.
    De vez en cuando hablan algo entre sí mientras caminan.

    El mar está encrespado y los surfistas se lanzan con sus tablas
    A cabalgar a lomos del agua. Violando a las olas,
    que como vírgenes temblorosas, corren desbocadas
    hasta la arena que recoge su ya desflorado ímpetu,
    junto con estrellas, algas y conchas que adornaban su pureza.

    Ahora la pareja pasa cerca de mí. Los dos ensimismados.
    — Quédate. No te puedes marchar, —murmura el hombre.
    —Volveré, —dice ella sin mucha convicción—. Sí…volveré…
    Luego se alejan, y ya no oigo nada.
    Un poco más allá, se paran un momento y siguen hablando.

    Miran a los surfistas sobre los corceles del agua.
    Unas pocas palabras más, y ella toma el camino de la salida.
    Él se queda en la orilla mirando abstraído, al mar.
    Luego baja la cabeza y comprende quizás, que es todo inútil.
    El mar se lo susurra. Nunca puede volver la misma ola.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por esta historia de amor y desamor que nos traes con las olas en un poema: me encanta!
      Un beso, 81.

      Eliminar

Gracias por dejar tu comentario.