viernes, 10 de enero de 2014

La habitación de la tía Teresa


Mi madre se aleja. 
No sé por qué ocultos laberintos transita y no puedo (no sé) acompañarla por allí. Estamos las dos extraviadas en esa oscuridad, perdidas... 
La memoria de su vida se mantiene en  pequeños trozos y a duras penas (cada vez fragmentos más pequeños, cada vez más dificultosos de atrapar). Me gustaría poder limpiar de brumas su memoria, tener sus recuerdos y ofrecérselos conforme los fuera necesitando.  
A veces, al hablarle, me parece que las palabras retumban en un espacio vacío, o que rebotan en una lámina tensa que las despide. Pero de vez en cuando algo le llega, y lo noto en sus palabras, en su sonrisa y su mirada de haber encontrado algo a lo que asirse... 
¿Dónde están sus recuerdos?
Siento una gran nostalgia por la memoria perdida de mi madre.

Cuando yo era pequeña y enfermaba, ella me llevaba a la cama la gran caja de lata llena de fotos antiguas y las repasaba para mí, nombrando a los ocupantes de aquellas cartulinas descoloridas con bordes de festón. Su preferida era una foto de niños desvaídos, casi fantasmales (ellos en pantalón a media pierna, ellas con vestidos también a media pierna y grandes lazos, todos vestidos en tonos claros, probablemente blancos): 
El primo Alberto, que era guapísimo, la prima Nieves, la prima Carmita, el primo César… Estamos en la puerta de la casa de la tía Teresa, durante unas vacaciones... los primos podíamos dormir juntos en la cama inmensa de la tía, de una altura que nos hacía reír, pensando que si alguno se caía no podría volver a subirse. Allí metidos, jugábamos a que íbamos en un barco y se formaba tempestad, y el barco se movía cayendo alternativamente por babor y estribor, y nosotros rodábamos todos enredados hacia la derecha y la izquierda de aquella cama que soñábamos infinita... 
Pero el juego que más nos gustaba era el de las adivinanzas del techo: uno miraba las viejas colañas y decía 'veo veo' y a partir de ahí todos, por turno, tratábamos de encontrar la figura que evocaba la madera desgastada de las vigas y que quien lanzaba el reto ya había visto. Para que valiera el juego, todos debíamos aceptar que la figura estaba allí, claro. También nos servían los desconchones de las paredes mal encaladas y las sombras de los muebles. 
Para el grupo de primos, los días que pasábamos juntos en casa de la tía Teresa eran siempre los mejores... 

Busco la foto. De todos esos niños, aparte de mi madre sólo queda la prima Nieves, que vive en Madrid. La llamo, le cuento y me dice que viene a vernos. 
La recojo en la estación: una anciana preciosa, blanca y rosada, de mirada inteligente y sonrisa amplia. Eres igual que ella, me dice al verme.

- Hola, Tere… soy Nieves. 

Mi madre levanta la cabeza y se le ilumina de golpe la mirada opaca.

- Nieves... Y sigue en una letanía:  Alberto, Carmita... 

- ¿Te acuerdas, prima, de la habitación de tía Teresa, en el campo?... 

Las dos se miran en silencio y las lágrimas caen despacio sobre sus manos cogidas con fuerza. La prima Nieves empieza a tararear una musiquita, mi madre dirige hacia ella una mirada llena (nuevamente) de sí misma y se une. Cantan a coro, con voces débiles y algo desentonadas, una tonadilla con algunas palabras en italiano. 

He despedido a la prima Nieves en la estación, después de una larga visita maravillosa. Me ha dejado un tesoro, o mejor aún, una varita mágica con la que puedo comunicarme con mi madre. Ahora las dos jugamos mucho en la habitación de la tía Teresa a viejos rituales infantiles que ella reconoce y disfruta. Las dos disfrutamos. 
Es mi forma de poder acompañarla aún. No sé por cuánto tiempo.

(Imagen: Konstantin Makovski: Niñas jugando en el taller)

15 comentarios:

  1. Escrito lleno de ternura y nostalgia.
    Un abrazo en la noche querida amiga.

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    1. Muchas gracias, Rafael. Me sucede que, cuando estoy en casa de mi madre, necesito de alguna manera su presencia pedida....

      Un abrazo enorme, amigo mío.

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  2. Antes de ayer por la mañana, mi madre paseaba por algun paseo donde estaban una pareja que se fueron al cielo hace ya algunos años, al rato hacia tortillas para que su nieta(mi hija) comiera...asi estubo toda la mañana de aqui para alla...
    Por la noche se durmió para siempre, sin molestar ni hacer ruido como habia hecho toda su vida.
    Ayer por la mañana nos despedimos de ella para siempre, el dolor de la separacion es enorme...la dejamos rodeada de flores.
    Abrazar y besar a vuestras madres mientras podais...

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    1. Te acompaño en tu sentimiento Conchy. Un abrazo muy fuerte.

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    2. Conchy, no sabes cuánto lamento la pérdida de tu madre.
      Es una curiosa casualidad que yo haya traído a "La madre" a través de mi narradora. Sé muy bien cómo te sientes porque perdí a la mía hace tres años y ese vacío es terrible... Comprendo tu dolor y lo siento.
      Un fuerte, fuerte, abrazo!!

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    3. Gracias José. No fui al cole el día de tutoria y no hemos leído aun el texto de Pablito.
      María son todos tus textos bonitas casualidades, pues hasta ahora por una cosa o por otra tienen algo que ver con mi vida actual.
      Un abrazo muy fuerte para los dos.

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  3. Mágico. María, tus palabras son pura magia. Has conseguido que de mis ojos broten lágrimas, pero bueno, lo reconozco, soy un llorón, o un llorica como dirían tus primos.

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    1. No pensaría nunca que eres ni un llorón ni un llorica, José. Los sentimientos y las emociones suelen ser "patrimonios" universales y, créeme, considero un regalo inmenso que compartas los míos hasta el punto de la emoción propia. Es algo muy dulce.
      Muchas gracias.
      Y un abrazo.

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  4. Sin palabras María, es una situación muy difícil, y es verdad, a las personas en ese estado si les das tiempo se acuerdan de muchas cosas, aunque hay días mejores y peores...

    La descripción de los niños jugando e imaginando me ha encantado.

    Un abrazo!

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  5. Muchas gracias por dejar tu opinión, Miguel.
    En esas situaciones tan difíciles, siempre se puede encontrar la manera de llegar al "otro" y acompañar un poco...
    Dijo S. Freud: "La ciencia moderna aun no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas." Estoy convencida de ello.
    Un fuerte abrazo!

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  6. ¡Qué triste, pero qué cercano!

    No dejes que me pierda, Señor, que soy
    este que todo lo va perdiendo, pero esto
    que tú tan bien conoces, "La tua volontate
    e nostra pace, no me dejes perderla porque muero.
    Algo que antes con llamar hablaba.
    Con tocar la campanilla y pronunciar
    la palabra que era bastante para entrar.
    Estaba allí siempre y a la espera.
    Hoy es otra de las cosas que no encuentro.
    Se quedó para siempre en la casa
    cuya llave perdí. O era sólo palabra
    y la llave está dentro?
    Y sin ella o vivo, más bien muero.
    O era "la tua volontate" palabra sólo.

    José Antonio Muñoz Rojas, "Objetos perdidos, XV"

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    1. 81, traes auténticas joyas a este cuaderno que... no sé cómo agradecerte salvo con por el simple procedimiento de decirte gracias, algo sencillo y eficaz. Hay ahí versos demoledores, como
      "Se quedó para siempre en la casa
      cuya llave perdí. O era sólo palabra
      y la llave está dentro?"

      Las incorrecciones de la transcripción son poca cosa, pero gracias (nuevamente) por volver a corregir :)

      Un beso!!

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  7. Perdona las incorrecciones "La tua volontate e nostra pace" Versos 3 y 4
    Y sin ella no vivo, más bien muero. Verso 14.
    Cada vez tiendo más al olvido.

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  8. Los sentimientos son el recuerdo del olvido, y no hay mejor forma de pasar una tarde que rodeado de ellos. Pero cuidado, sin caer en sentimentalismos.

    Un abrazo.

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    1. Quizá resulta fácil caer en ello, sobre todo en escritos de este tipo, aunque es algo de lo que trato de huir.
      Gracias por tu opinión, José Antonio.
      Un abrazo.

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