viernes, 20 de septiembre de 2013

Mochila


No puedo evitarlo... es pura seducción. 
Cuando la rutina me aplasta (Serrat dixit), mi mediocridad se hace mucho más llevadera si cargo con ella por sendas solitarias y, paradójicamente, transitadas... 
Preparo la mochila con criterio de mínimos y cojo cualquier vehículo que vaya hacia el norte. Dejo atrás las horas llenas de sinsentido, las trincheras de palabras, los elevados muros de la monotonía y el recuadro de cielo que se hace más y más pequeño cada día desde mi ventana, y me voy a caminar. 
Sin más. 
Es como la vida. A veces miras atrás y ves lo mucho que ya has andado y... ¡qué cansancio! dan ganas de parar; pero entonces miras hacia delante y decides seguir, porque allí, al fondo, sigue habiendo horizonte, y aunque el camino es accidentado y fatigoso, sigues un poco más, hasta aquel cerro, hasta aquel campanario, hasta aquel grupo de gente, hasta aquellos sauces... Suspiras. Y sigues. 
Parece que haya aprendido ya algunas cosas de la vida y, sin embargo, tengo tanto que aprender todavía... 
Me gustaría volver a caminar contigo, desconocido de un día de viento en el páramo; o contigo, con quien compartí el atrio de una ermita para resguardarnos de la lluvia; o contigo, amiga entrañable con quien anduve unos kilómetros hablando de nuestros escritores favoritos... Compañeros de un instante, a menudo me acompañais en mi vida cotidiana aunque nuestros pasos nos separaron. Es momento de retornar al camino y, creedme, os llevaré en algún lugar de mis bolsillos.  Encontraré a otros locos  que, como yo, irán siguiendo las flechas amarillas que indican el camino del sol. Luego nos separaremos, pero ellos también se quedarán a vivir en mi mochila y alguna vez (alguna tarde tonta) su recuerdo salado resbalará por mis mejillas para juntarse con una gran sonrisa, como el recuerdo de tantos compañeros desconocidos. 
Es hora de partir. 



8 comentarios:

  1. "...su recuerdo salado..."
    Eres grande, hermana, muy grande.
    Solo los grandes como tú consiguen hacer encaje de bolillos con las palabras y hacernos temblar al leer.
    Te he preparado un neceser con abrazos (parafraseando a Sabina)por si te hicieran falta en algún momento.
    Feliz camino.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tu neceser de abrazos ha sido parte de mi bagaje, una parte esencial.
      Gracias, gracias...
      Mi camino ha sido feliz y ahora digiero su falta.
      Mil abrazos!!

      Eliminar
  2. Qué bonito escribes, Mare. Qué ganas de que me cojas de la mano y me cuentes con detalle cómo te ha ido en tus caminos. Será pronto, seguro, durante un paseo inolvidable. Buen viaje.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Frida, estoy deseando que podamos contarnos tantas cosas...
      Un montón de besos.

      Eliminar
  3. He sonreido al leer tu escrito y me parecía estar viéndote y contemplándote a la vez. Todavía esta tarde salí a caminar, en un impulso parecido. Faltaba una hora larga para anochecer y decidí dejar que mis pies caminaran recorriendo casi siete kilómetros. Pasé por tres pueblos distantes, crucé montes, regatos y me perdí con mis pensamientos y sueños mientras el sol se retiraba dejando una capa sonrojada en el cielo.
    Cuando llegué a casa, sudado y cansado, la ducha me esperaba y me dije simplemente que había merecido la pena salir y que mañana, si es posible, lo vuelva a intentar de nuevo.
    Un abrazo en la noche querida amiga.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido Rafael, aunque leo a posteriori este comentario, estoy segura de que me has acompañado en mis pasos. Entiendo muy bien esa sensación que describes: llegas cansada, sudorosa, dolorida... y feliz!

      Un fuerte abrazo!

      Eliminar
  4. Qué bonito lo que cuentas, Mare, Nadie mejor que tú como compañera de camino y de vida. Pero ahora suenan las campanas y solo espero que anuncien tu regreso. Necesitamos que nos cuentes y nos cantes ;-)

    Besos y miles de abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus palabras, Mari Carmen, para mí es un honor tenerte de compañera aunque sea tan en la distancia.
      Ya ves, regresé, como siempre, y como siempre miro mi mochila con la añoranza de la próxima partida... Debí ser esa gaviota que no acaba de nacer en el alero cercano a tu casa :)
      Un fuerte abrazo!!

      Eliminar

Gracias por dejar tu comentario.