jueves, 13 de junio de 2013

El incendio


Isidro llevaba una camilla por el pasillo norte de la séptima planta cuando vio salir humo por una rejilla del aire acondicionado. Se paró y lo vio deslizarse por la pared verde agua hasta llegar al suelo con la lentitud de lo liviano. Miró en las habitaciones y por todas iba saliendo ese humo negro, cada vez más espeso. Corrió al control de la planta a avisar a sus compañeros. A esas horas de la noche el personal de guardia era mínimo, y tanto los pacientes como sus familiares dormían o estaban inmersos en ese simulacro de sueño que se tiene en situación de alerta vital. 

Procurando no causar más pánico del ya existente, Isidro y los demás trabajadores de la planta ayudaron a levantarse a los enfermos, les dieron mantas, pidieron a los acompañantes que se hicieran cargo de varios pacientes cada uno y se dirigieron hacia la escalera principal. Por allí el humo era tan denso que tuvieron que retroceder para la parte de atrás, menos afectada. Pero en esa zona la escalera de servicio es de un metro de ancha, y entre ese paso tipo embudo, la oscuridad, el miedo, el humo y la situación de desvalimiento de la mayoría de los evacuados, la salida por allí se convirtió en una trampa. 
En la sexta planta se encontraron con otra avalancha de personas en idénticas condiciones. En la quinta, pediatría, los niños mayores iban sujetos unos a otros con vendas como si fuera una cuerda y se cubrían la boca con pañales empapados en agua. Enfermeras, auxiliares y madres llevaban niños pequeños en brazos. Todos lloraban. Entre la quinta y la cuarta empezaron a tropezar con bomberos que subían corriendo; sus linternas alumbraban batas blancas y pijamas azules, gomas colgantes, sueros desconectados goteando sangre, caras de horror... 
De pronto, Isidro se sintió mareado, perdió de vista a sus compañeros y sujetó fuerte por los brazos a los dos enfermos que llevaba consigo. Antes de llegar a la tercera planta, cayó redondo al suelo.

 “Diario de la Provincia. 20 de octubre.

Ayer se produjo en nuestra ciudad un desgraciado suceso que todos pudimos observar, dadas sus proporciones: el incendio del hospital ha sido una tragedia inesperada. Inaugurado hace tan sólo tres años  con las mejores condiciones  de seguridad posibles, según se creía, ha ardido sin remedio ante el estupor de todos los ciudadanos
Parece que el fuego empezó en la planta sótano, donde, según explica el propio gerente, se acumula gran cantidad de productos inflamables. Según otras fuentes, y contra toda lógica, allí se guardan además, a la espera de los necesarios archivos, auténticas montañas de historias clínicas. La humareda ocupó todo el espacio del edificio en cuestión de minutos. El hospital tenía en ese momento seiscientos cincuenta y nueve enfermos ingresados, según los datos del servicio de administración.
Los bomberos tuvieron grandes dificultades para trabajar. El único acceso medianamente  practicable era la zona sur, menos afectada por las llamas, pero las escaleras de esa zona, demasiado estrechas, no permitían el paso de camillas, ni mucho menos  de camas o aparatos de cierto volumen. En su subida a las plantas, además,  iban tropezando con grupos apelotonados que se empujaban y caían en su necesidad de encontrar una salida. 
Las personas atrapadas en la zona norte tuvieron que ser rescatadas por las ventanas mediante dispositivos externos, como escaleras y mangas. Los enfermos fueron trasladados a otras clínicas y hospitales. 
También  algunos  trabajadores han quedado ingresados por diversas causas, fundamentalmente intoxicaciones por humo. Estamos aún a la espera de conocer el número exacto de víctimas producidas en esta catástrofe.
Muchos de los vecinos de los barrios cercanos acudieron a ayudar y participaron en el traslado con sus propios coches. Todos se preguntaban, indignados, adónde fue a parar el dinero destinado a las medidas de seguridad del hospital.
El ejército ha ocupado las instalaciones para evitar saqueos, aunque se sabe que ya han desaparecido materiales costosos y aparatos altamente sofisticados. 
Esta tarde tendrá lugar una rueda de prensa con los máximos responsables políticos y sanitarios, representantes de la empresa constructora y los arquitectos que elaboraron el proyecto, entre otros, para explicar porqué no había escaleras de incendios, ni salidas de emergencia útiles, ni compartimentos estancos para el almacenaje de productos peligrosos, ni extintores en las salas, ni plan de emergencias, ni sistemas de alarma… 
Mientras  se  investiga  lo  sucedido,  esperamos que puedan dar alguna explicación sobre qué pasó con los presupuestos destinados a esas medidas básicas de seguridad, y por qué se inauguró sin ellas el hospital. 
Todo un misterio. 
O un nuevo acto de avaricia y fraudes múltiples, según el sentir de los ciudadanos."

Isidro no sabe qué ha sido de sus compañeros ni de los enfermos de la planta. Le dicen que aún es todo muy confuso, que no hay datos fiables. 
Suelta el periódico, que cae al suelo deshojado, se ajusta la mascarilla de oxígeno y cierra los ojos de nuevo. 

8 comentarios:

  1. Y encima será cierto, ¿no?
    Qué bien has conseguido engranar la realidad con la ficción, hermana.
    Abrazo, besos.

    ResponderEliminar
  2. Qué bien me lees, mia sorella.
    En efecto, se trata de un hecho real en el que participé y se me había quedado enquistado en el alma; una de esas cosas que pugnan por encontrar salida aprovechando algún resquicio de la memoria y un despiste del ánimo.

    Mil abrazos!

    ResponderEliminar
  3. Bufff!!! Por desgracias es una situac ión que se repite más de lo que nos gustaría. Verdaderamente es para echarse las manos a la cabeza. Tengo una amiga que trabaja una empresa de prevención de riesgos laborales y ciertamente esto es una "fiesta". Alucino con la cantidad de atrocidades que se llegan a cometer en las empresas por ahorarse unos miserables euros...y lo peor es que, como bien expones, lo que se compromete al final es la vida de centos de ciudadanos...LA VIDA.
    Gracias por escribir relatos de este tipo, nos hacen mucha falta. Además lo has escrito tan bien, está tan bien relatado, que ciertamente parece una notícia extraída de cualquier periódico.
    Me quito el sombrero y te sigo desde ya!!!
    Me encanta tu blog y como escribes!!!
    Un abrazo inmenso!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias a ti, favole, por ese comentario tan generoso (tanto!...) y por tu presencia aquí.
      Tu amiga debe conocer situaciones que no queremos ni imaginar y que, en el fondo, todos sabemos que existen.
      Ésta que cuento se basa en un hecho real que viví hace años.

      Un abrazo enorme!!!

      Eliminar
  4. Noticia de "El País" 15-6-2013 "Me negaron el antitumoral por caro"
    ¡Que país, que paisaje y qué paisanaje!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo leí y es de esas cosas que dan escalofríos, por la atrocidad que supone y porque nunca pensé que volvería a ver tales cosas... Dan ganas de hacer aquel aullido final del Hermano Lobo.
      Ahora toca volver a batallar coberturas sociales, protección para los más vulnerables... País irremediable.

      Un beso, 81.

      Eliminar
  5. Qué triste que la avaricia y la ambición primen sobre la seguridad y bienestar de las personas. No ocurren más desgracias como esta porque el azar y la fatalidad no lo quieren, que si no… En fin.

    Besos y abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es, Mari Carmen, es triste y desgraciadamente real, y lo peor es que parece contar con un cierto amparo, más o menos tácito.

      un montón de besos, amiga mía.

      Eliminar

Gracias por dejar tu comentario.