lunes, 18 de febrero de 2013

La espera



Espera pacientemente un empujón. Es muy fácil, podría ser accidental o intencionado, da lo mismo, pero que alguien se lo dé ya. Lleva mucho tiempo esperando.

Está sentada al borde del acantalido, en el filo de una roca. La gente pasa cerca de ella caminando por el sendero. Algunos la saludan: "Buenos días", "Buenas tardes"... Algunos hasta se atreven a advertirle del peligro que corre: "Señora, tenga cuidado, está muy cerca del borde, podría caerse...".

Oscurece. Van desapareciendo los paseantes del camino de la costa. Se levanta, recoge sus llaves y echa a andar para su casa. Una vez más.
Mañana, quizá...

6 comentarios:

  1. María: no la dejes que se arroje por favor.

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  2. Descuida, Pepe, la cuido bien aunque la haya colocado en ese abismo.
    Gracias.
    Un abrazo.

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  3. Pasear al borde del abismo es tan tentador...
    Qué bueno, María.

    Besos, muchos.

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    1. Sí, es la tentación de andar por los límites...
      Muchas gracias, preciosa.
      Muchos besos, también.

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  4. Muchos de nosotros vivimos las cosas al borde del precipicio, nos tomamos muy a pecho. Por eso, el aprendizaje de la risa es fundamental. Debería ser asignatura obligatoria.

    Un abrazo.

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    1. Estoy de acuerdo con esa propuesta,José Antonio. La risa es una deliciosa terapia.

      Muchas gracias.
      Un abrazo.

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