sábado, 8 de septiembre de 2012

Soy de Guinea



Pasé por delante rápida y "a mis cosas", pero algo me debió llamar la atención porque, unos metros más allá, paré en seco y me giré a mirarlo: un chico africano de veintitantos años, con un abrigo largo de cuero negro, aspecto muy cuidado, muy pulcro; estaba sentado en un portal y sostenía entre las manos un cartón rectangular en el que había escrito:
                                    NECESITO AYUDA.
                                         POR FAVOR. 

Así, en mayúsculas grandes y bien rotuladas. Me acerqué a donde estaba, levantó la cabeza y nos sonreímos, "¿qué te pasa?", le pregunté directamente, y él contestó "espero una llamada de mi pueblo…". Me senté a su lado en el portal, "¿qué necesitas?", dije, y él me habló con calma, en un castellano un poco dubitativo pero académicamente muy correcto. 
Por cortesía, le dio la vuelta al cartel mientras hablaba conmigo. 
"Mi pueblo está en Guinea…" Empezó. Me contó una historia tan increíble que hasta yo, tan ingenua y tan necesitada de hechos extraordinarios, no podía creerla. Una historia extraña y dura. 
Nos despedimos con dos besos -el clásico uno por mejilla- y le di todas las monedas que llevaba: menos de tres euros en total. 
Su cuento valía muchísimo más. 
Su mirada no tenía precio.
 
Me sucedió esta anécdota hace algo más de un año y la recuerdo ahora porque ayer me encontré con este chico de nuevo, cerca del portal de la primera vez. Me reconoció en la calle y me llamó; nos alegramos de vernos. Yo, mucho, porque continuó su historia, y esta vez era mucho mejor: ha resuelto algunos de los asuntos que lo tenían lastrado en la orilla desesperanzada de aquella vez anterior. 
La semana que viene parte para Francia, donde lo espera su mujer, que consiguió llegar. 
Nos despedimos de nuevo, esta vez con un abrazo. 

Le deseo mucha suerte.
 


12 comentarios:

  1. Me encanta tu:

    "Esta página es libre, no tiene copyright ni copynada. Los textos los escribo yo, pero si te gusta alguno, es tuyo: puedes cogerlo, copiarlo, criticarlo...o, simplemente, pasar de mis pamplinas."

    Es fantástico que haya gente que piense así. El pensamiento los textos y las imágenes...¡siempre libres! Como el viento.

    Gracias.

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  2. Gracias, dame blanche.

    Creo que no necesito la propiedad sobre estas cosas que se pueden compartir -en realidad, no necesito casi nada- y me gusta que sean libres, como dices.

    Mis saludos.

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  3. Hola, María:

    Qué historia tan entrañable. ¿Sabes? Sin necesidad de que nos hayas contado aquel 'cuento' del chico guineano, con una sola linea, he podido imaginar esa historia, 'extraña y dura'. María se te lee muy bien (y mira que en estos tiempos donde todo 'quisqui' escribe, es algo complicado ;)) Un placer, siempre, siempre...

    Besos frescos de algas y caracolas ;) El mar es más chuli en otoño ;D ¿a qué sííí?

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  4. Este es un hecho que corrobora mi idea sobre la mendicidad. Pocas veces he visto a una persona de color pidiendo en actitud lastimera. Siempre me ha parecido una gente con demasiado orgullo para pedir, y si lo hacía era con una actitud
    digna; quizás es que se han visto en tantas situaciones desesperadas que están curtidos en la desgracia. Aunque supongo que habrá de todo. Dios nos libre de eso.
    Por lo demás estoy de acuerdo del todo con Mar Solana: Se te lee muy bien y es porque escribes muy bien.
    Hoy me ha publicado un relato Canal-literatura, no escribo tan bien como tú, pero es imaginativo.

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  5. Esto que te ha ocurrido, lo del doble encuentro, es realmente infrecuente, María. Y me encanta tu actitud de la primera vez. Y es cierto, no suelen pedir, venden y cuando no les compran, hasta regalan.
    Probablemente su historia era auténtica, él fue el que te llamó porque realmente escuchaste sus problemas y para él probablemente significó mucho más que las monedas que le diste.
    Un historia conmovedora y, sobre todo, cargada de humanidad.
    Un par de abrazos grandes, María.

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  6. Buenos días, Mar.

    Tus palabras son tan reconfortantes como esos besos de algas y caracolas que me dejas.

    Muchas gracias por tu comentario.
    Un abrazo.

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  7. Por desgracia, África se ha convertido -lo es desde hace siglos- en una gran cantera de desastres de todo tipo y de personas que los sufren. Algunos tratan de huír, algunos lo consiguen... ¡Es tan doloroso!

    José Mª, te leí algunas cosas en canal-literatura y, en mi opinión, eran muy buenas. Ahora mismo voy a leer tu nuevo relato.
    -Por alguna razón técnica que se me escapa, ya no puedo envíar textos allí, pero supongo que podré entrar-

    Muchas gracias por tu comentario.
    Un abrazo.

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  8. Es verdad, Mafalda, no esperaba volver a encontrar a este chico y, sin embargo, un azar benévolo hizo que volviéramos a coincidir en la misma calle de nuevo. Él y yo ganamos con el encuentro, ambos pudimos comunicarnos "a corazón abierto", y no hay monedas que paguen eso :)

    Muchas gracias por tus palabras, siempre tan maravillosamente empáticas.

    Un fuerte abrazo.

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  9. Hay cosas que no tiene precio… como esta historia que forma parte de tu recuerdo y ahora del nuestro. Cuántas historias hay tras los carteles pidiendo, a veces, tan solo un poco de comprensión. Sin embargo, alguna vez echamos una moneda para limpiar nuestra conciencia, otras, las más, miramos hacia otra parte escondiéndonos de nuestra propia vergüenza.

    Enhorabuena, Mare, esta vez no solo por tu escritura, sino por tu actitud. Gracias por esta lección de escritura y de vida.

    Besos y abrazos.

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  10. Como siempre, Mari Carmen, abres la puerta del tremendo debate -siempre vigente- alrededor de los esquemas sociales, morales, etc. Cuántas veces nos movemos en el conflicto de querer y no querer mirar, actuar...

    Como siempre, amiga mía, eres demasiado generosa en tus opiniones sobre mí, que tantas veces meto la pata :)

    Un abrazo enorme.

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  11. Bella historia y me quedo con ese gesto entrañable y lleno de cariño en las dos despedidas: los besos y el abrazo.
    Feliz día.

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  12. Sí, son los gestos universales de comprensión, de empatía. Pocas palabras hay más eficaces, si es que las hay, que la cercanía de una mirada y una sonrisa compañeras, de un abrazo cómplice.
    Muchas gracias por tu comentario, Rafael.
    Un abrazo, cómplice y cariñoso.

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