jueves, 9 de agosto de 2012

En la estación de Taormina



Estoy aquí comiendo chocolate y pensando tonterías bajo el influjo del viento de levante y de repente me he acordado de un viaje por Sicilia, hace años, y no me puedo resistir a la tentación de la hoja de papel en blanco para escribir -describir- la situación de surrealismo meridional a ultranza que nos asaltó en la estación de Taormina, en medio de una tormenta espectacular. 
Para que no se me olvide...

No quiero que se me olvide el vendedor de rosas hindú que quedó atrapado con nosotros allí, aunque no tenía que coger ningún tren; aún no dominaba bien el italiano, pero su sonrisa decía mucho más que cualquier tratado de lingüística, y su mirada era dulce y desolada, resignada a su suerte tal vez: ¿qué vida, qué historia había dejado atrás? ¿la podría recuperar? ¿se compensaría con alguna otra?. 

También recuerdo al viejo emigrante siciliano en Australia -¿viejo?- Había dejado hijos allí, nietos, todos tan lejos... Pero su "mancanza" del Etna lo trajo de vuelta, necesitaba ver los bloques de lava de las laderas del volcán y los bosques de avellanos de su pueblo. Hablamos mucho, él en un dialecto que se esforzaba por hacerse entendible, yo en un italiano demasiado ortodoxo y también esforzado para hacerme entendible, paseando como dos amigos por aquella estación anegada y desierta, alumbrada sólo por la luz de los relámpagos, dejándonos mojar por las ráfagas de lluvia, cómplices.

Tengo viva la imagen del muchacho que se iba a buscar trabajo a Milan porque el bar de Taormina ya había cerrado y le quedaba una larga temporada de paro. Estaba feliz y reía, tenía amigos en Milan con cuya ayuda contaba; llevaba un transistor enorme que recordaba los de las calles de N.Y. de las películas, lo encendía y lo apagaba sin aparente lógica, provocando sobresaltos en nuestra apatía de tantas horas de una madrugada cansada, mojada e incómoda. Pero su talante optimista nos contagiaba, pese a ser el único que verbalizaba su temor a no poder salir de allí en toda la noche. De pronto puso una cinta con "La raspa" a todo volumen: la oscuridad y el silencio de la estación se echaron a temblar y los pocos ocupantes que quedábamos allí, chorreantes, ateridos, cansados, nos echamos a reir y a dar saltos como si aquello de repente fuera una fiesta. 

Al poco tiempo -nos pareció poco, en ese momento mágico- nos dijeron que venía un tren y que podríamos marcharnos en él. Despedida precipitada con más sonrisas y cogidas de mano que palabras. El vendedor de rosas me dio unas flores cuyos pétalos caían por el peso del agua. 

Al cruzar el estrecho de Messina subí a cubierta. Llovía a mares, caían rayos que iluminaban las dos orillas: valió la pena.

10 comentarios:

  1. Hermosa descripción de unos momentos que nunca se olvidarán, (como tantos que, seguramente, todos tenemos en un rincón guardados en el alma).
    Un abrazo em la noche.

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  2. Vaya si mereció la pena, Mare, porque esto si es viajar. Viajar no solo es guardar imagenes en la retina, sino alargar la estancia del corazón.

    Cómo me hubiera gustado estar contigo allí, Y conocer al joven, al abuelo, al vendedor de rosas... y ver cómo los pétalos de las rosas caían con el peso del agua. Preciosa imagen con la que abrochar este recuerdo...

    Besos y miles de abrazos.

    Nota: este texto va para Itaca :-)

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  3. Gracias por tu opinión, Rafael.
    Son momentos que parecían haber desaparecido con la marejada de los años y de pronto salen a flote... como suelen hacer las cosas importantes cuando lo demás se hunde.
    Todos tenemos cosas así en nuestro equipaje, seguro.
    Un fuerte abrazo.

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  4. La gran viajera que eres sale en tu precioso comentario, querida amiga. Muchas gracias.

    Me has recordado aquel fragmento de Julio Alfredo Egea: "Yo, viajero total, cuando ando por el mundo, puedo decir que en mi equipaje de retornos, junto a una visión de selvas o catedrales, de sabores nuevos encontrados en exploraciones gastronómicas, del aliento distinto y enriquecedor de otros hombres, siempre traigo un rumor celeste, de vuelos sorprendidos en el descubrimiento de nuevos pájaros."

    Itaca es siempre el lugar de mis retornos.

    Un montón de besos.

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  5. Mare, estos comentarios te pertenecen. Ya sabes si la montaña no va a Mahoma... :-)

    Un besito

    pabl@ Escribió Hace 23 horas:
    Qué bonita vuelta a Taormina y qué gratos recuerdos me has traido Mare. Yo no tuve tormenta pero tuve muchos momentos mágicos e inolvidables.

    Flecos Escribió Hace 13 horas:
    Buen relato, Atxia, este de Mare, bailando la raspa entre rayos y tormenta. Así da gusto, en vez de estar rezando a Santa Bárbara Bendita. En otros tiempos lo hubieran tomado por un aquelarre.

    Vichoff Escribió Hace 13 horas :
    Un texto maravilloso, lleno de magia.
    Como todos los de mare.
    Es un lujo tenerla con nosotros, ¿verdad?

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  6. Qué buena gente eres trayendo aquí este regalo de nuestros compañeros!!
    Es un paquete lleno de sonrisas para adornar esta tarde de domingo tan de calima y lejanías que parece un martes mal disfrazado...
    Muchos besos, mi querida amiga.

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  7. "Son momentos que parecían haber desaparecido con el paso de los años" Todo eso está ya fuera del tiempo. La estación, la música, las flores... Pero cuando vuelvas a Taormina, no olvides mirar bien en la estación. En algún lugar, un pétalo de flor te está esperando.

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  8. Seguro que sí, que allí me espera. Gracias por decírmelo -olvido siempre las cosas mejores-.
    Volveré a buscarlo y será un talismán para conjurar las pequeñas contrariedades a través de las cosas importantes, las que da la buena compañía de gente buena.

    Feliz tarde, 81.

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  9. Me había perdido este maravilloso post, María (o Mare, como parecen llamarte). Visualicé la estación, os vi charlando con entusiasmo y bailando la raspa como locos en medio de la tormenta...
    Esto sí es viajar... intercambiar, conocer, meterse.
    Abrazo de pétalo mojado, con olor a Sicilia.

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  10. Estoy segura de que te habría gustado, Mafalda; en medio del tormentazo conseguimos un espacio mágico y risueño entre unas cuantas personas un tanto "extrañas" y multicolores. Este año no pude ir a Sicilia, pese a tener el billete para Palermo, pero iré alguna vez, a por esos pétalos y esos olores :)
    Un abrazo enorme y feliz noche.

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