Cuando la Muerte llegó a buscarla la encontró en la cocina, sentada ante la mesa, moldeando entre las manos una bolita de carne. La Muerte, sorprendida, dio con la guadaña en el dintel de la puerta al pasar; la mujer, en cambio, la miró entrar sin manifestar sorpresa, aunque sí se sintió bastante contrariada.
- ¿Pero qué haces? ¿Cómo que no estás preparada?
- Es que es una hora malísima para venir a por mí, ya ves, estoy enredada con la comida. He invitado a mi familia.
-¿Y por qué te has puesto a guisar? te dije anoche que hoy vendría a buscarte.
- Es cierto, sí, pero como esta mañana me levanté menos fatigada, pensé que sólo había sido un sueño y...
- Pues no era un sueño. ¡Prepárate, nos vamos!
- ¿No podrías esperar un poco a que termine estas albóndigas? no me gustaría irme así, con la comida a medio hacer... Y mucho menos salir del mundo con esta facha, con las manos llenas de restos de carne picada y la ropa salpicada de harina. Tenemos tiempo ¿no?
- ¿Cuánto tardarás en terminarlas?
- Una hora... Hora y media como mucho, para dejarlas ya con la salsa y todo. Y unos minutos más para arreglarme un poco.
- Espero, entonces, pero no te retrases.
La Muerte se fue a esperar al salón. Apoyó la guadaña en la pared y se dejó caer en el sofá que tenía la pinta de ser el más cómodo. Estaba cansada. Se durmió al momento.
Cuando despertó, en la mesa del comedor los hijos y nietos de la mujer comían animados, hablando, riéndo y elogiando las albóndigas de la madre. Ésta, arreglada como para ir de boda, jugueteaba con un tenedor sobre el plato casi vacío. Vió a la Muerte levantarse del sofá y asintió levemente con la cabeza; miró alrededor, a su gente, con una sonrisa agradecida en sus labios pálidos. La muerte dudó un instante. Luego pasó por su lado, le puso sobre el hombro sus dedos de huesos helados, hizo un breve gesto de despedida, cogió la guadaña y salió. "Total...tenemos mucho tiempo en la eternidad, ya vendré otro día" .
En la mesa, alguien dijo que había notado pasar una corriente de aire frío, que si habría algo abierto; los demás también habían sentido una racha fría de pronto.
- ¿La has notado tú, mamá?
- No, yo sólo he sentido pasar un soplo de vida... perdón, quiero decir de brisa. Venga, terminad pronto ese plato que voy a traer el postre; hoy hasta me dio tiempo de hacer las natillas con merengue que nos gustan tanto a todos.